sábado, 28 de noviembre de 2015

EL ARTE DE NO PERDER DE VISTA

Como no nos hemos podido poner de acuerdo en un calendario de lecturas, Víctor Sombra y yo hemos decidido listar al menos algunos libros pendientes:

Julian Rodriguez - Novelas (2001-2015) De Bolsillo 2015.

Calletania- Israel Centeno Periférica, 2008.

Estos dos los encontré en Albatros, la librería de mi barrio. Luego añadimos cuatro más:

-Zeropolis de Bruce Begout

-EasyJet de Alexandre Friedrich.

- La Llamada del Texto de Wolfgang Iser.

-"Kulturindustrie" de Adorno y Horkheimer

Estos los encontramos en Allia, una editorial parisina que ha publicado varias joyas, incluidas las Cuatro Lecturas de Zhuangzi, de Billeter, que en España tradujo Suárez Girard y publicó Siruela

Me he anticipado a leer "La llamada del Texto" de Iser porque me parece que sale al encuentro de la reciente entrevista de Pedro Tena a Constantino Bértolo, cuyo punto de partida es la publicación reciente por Mardulce en Argentina de "La Cena de los Notables" (publicada en España por Periférica, en Brasil por Livros da Matriz y en Serbia por Glasnik). El libro de Bértolo ofrece un panorama completo del combate por las palabras y el papel que en el mismo juegan escritura, lectura, edición y mercado. El campo de batalla y los contendientes se describen de forma sistemática e histórica. Iser parece tirar de un hilo particular de ese amplio tapiz en que se trama la palabra: cómo la indeterminación del texto condiciona la lectura, y la evolución histórica de esa indeterminación como forma de llamar a la participación del lector.  (Entre otras cosas este breve texto, que recoge una conferencia de finales de los 60, contiene interesantes observaciones sobre la creación del suspense en las novelas por entregas, alguna de las cuales parecen aplicables a las series televisivas) Iser parte de una cita de Thackeray que viene a decir que la parte más interesante de una novela es la que no está escrita. Esto significaría, conforme a Iser, que la novela calla lo que la constituye. El texto escrito sería la sombra difusa proyectada por ese fundamento implícito.  Y añade "la estructura del texto se construye de tal modo que llama continuamente al lector a descubrir ese fundamento". 

Cenas y Batallas. Palabras que conducen a vacíos o silencios, que llaman a otras palabras. Sobre unos y otras se ejercita lo que Pedro Tena llama, al titular la entrevista, el arte de no perder de vista. Accesible en la página de Contratiempo e Historia, o sea, aquí. 

viernes, 13 de noviembre de 2015

LAS GUERRAS DEL TÉ: CARRERO & SCHALANSKY VERSUS YAN LIANKE

        
            No tenía buena pinta. Me he dado cuenta nada más ver el libro que Víctor Sombra traía en la mano. Era “Los Besos de Lenin”. La novela de Yan Lianke, traducida al inglés por Carlos Rojas,  que, conforme al blog China Traducida y Por Traducir, debería verterse en español como "Sufrir la Vida".  Narra las peripecias de un pueblo remoto de China, una especie de arcadia rural habitada por discapacitados que sufre los embates de las políticas maoístas y luego del capitalismo chino que los lleva, como en una montaña rusa, de la pobreza a la riqueza y de esta a la ruina y la explotación más extrema.
            - Habíamos quedado en hablar de otras dos novelas-  le he advertido, señalándolas sobre la mesa. Y he añadido:
            - Son dos recomendaciones. “El cuello de la Jirafa”, de Judith Schalansky,  traducida por Juan José del Solar para Random House Mondadori, me la propuso Margarita Ruby, la librera de La Rayuela de Berlín, señalándola como de lo mejor de la literatura alemana actual. Además la acción sucede en el antiguo territorio de la RDA…La otra la recomendó Belén Gopegui en una charla en la librería Albatros: “Soy una caja” de Natalia Carrero, publicada por Caballo de Troya-
-       Ya- concedió Sombra- pero antes quería acabar con “ Los Besos de Lenin”. Hemos dejado escapar una lectura interesante del discapacitado como sujeto revolucionario…-
-       No voy a preparar té para hablar de una novela de la que ya hemos hablado…- he zanjado, pero Sombra no escuchaba:
-       El discapacitado es en la novela el que está capacitado de otra manera.  Cuenta con habilidades increíbles que surgen a partir de distintas carencias. El ciego es capaz de oír la caída de un alfiler en un teatro repleto. La tejedora parapléjica ejecuta siempre los mismos bordados a velocidad de vértigo y con gran precisión. Un tuerto hilvana cinco agujas con un solo golpe de hilo… Unos se complementan a otros…Unos ponen los pies, otros los ojos, otros más los oídos. Forman un equipo, una troupe, un colectivo-
-       ¿Y?- le he preguntado
-       La carencia llama a la complementariedad y eso hace a los habitantes de Liven especialmente acordes con la Quimera, que es el mejor símbolo de nuestros tiempos híbridos. Las sillas de ruedas y prótesis, los dispositivos y objetos propios de sus tareas les acercan, uno por uno y en conjunto,  a las Quimeras…- 
      De repente me ha molestado escucharle, que se estuviera saliendo con la suya.
-       No voy a escuchar más sandeces, Sombra- he zanjado- Di lo que tengas que decir  sobre las novelas de hoy, no sobre textos ya comentados-
      Sombra se ha callado. Quizá ha pensado lo mismo que yo. Que si decía un par de frases sobre los libros que le pedía discutir podríamos volver al que él proponía. Se ha sentado frente a mí sonriendo:
-       No tienen nada que ver, Monty- ha dicho, señalando los libros que había dispuesto sobre la mesita del té.
-       ¿No te han gustado?- he preguntado. 
-        Sí, sí me han gustado,  los dos, pero cada uno por su lado. No tienen nada que ver uno con otro- ha añadido, sin soltar aún el libro de Yan Lianke- No entiendo porque los comentamos al tiempo-
-       Eso no es cierto- he contestado, sin animarme aún a preparar el té ante la falta de disposición dialogante de Sombra-   Los dos proceden de autoras de edad parecida, ambas de Europa Occidental…Las dos ilustran sus propios textos…-
-       Parecidos epidérmicos- ha concluido Sombra.  
-       Los dos libros están estructurados alrededor de un eje narrativo externo. “Soy una caja”, a partir de los textos de Lispector. “El Cuello de la Jirafa” a partir de las nociones básicas de un curso de biología evolutiva. Ambos textos se producen como un diálogo o un comentario de las narraciones que los transcurren…- 
-       ¿Y qué?- ha preguntado Sombra y ha añadido, elevando la voz:
-       Es mucho más lo que los separa. Escoge uno de ellos y dejemos el otro para la semana siguiente-
      Me ha visto dudar y se ha crecido. 
-        O hablemos de Yan Lianke- ha zanjado.
-       Te diré lo que haremos- le he contestado- No vamos hablar de ninguno de los tres libros. Hoy no hay té-
      No parecía importarle. Se ha levantado despacio sin perder la sonrisa:
-        En todo caso el té últimamente te sale demasiado aromático. Rebuscado. Cargado. Una inhalación vale por dos tazas-

-        A otros siempre les salió insípido- le he contestado sin pensarlo, mirándole salir por donde había venido. 

domingo, 1 de noviembre de 2015

¡HÁGASE LA LUZ! (II)


Ya en casa he vuelto sobre esta noción del ojo como cámara oscura. Me parece que hay aspectos de "Aquiescencia", la novela de Víctor Sombra Macarrón, que conectan con el análisis de Placencia, y que eran estos los que Sombra quería subrayar, aunque de forma lamentablemente exaltada, tras la visita a la exposición "Camera Obscura Museum". Prefiero examinar estas cuestiones por mi cuenta. No quería hablar con Sombra Macarrón de su novela, ya que esta ha sido, desde su publicación en 2012, un tema de contención entre ambos. No tanto por la novela en sí, sino por la forma descarada en que Sombra utiliza a mi quería tía, Isabelle de Montbrulant, como personaje de su trama...

En todo caso, un pasaje de "Aquiescencia" examina la distancia con que el espectador percibe una representación en función del medio y la forma en que le llega: teatro, títeres, cine, televisión, animación, Internet. A mayor intervención tecnológica, mayor sensación de cercanía y control por parte del espectador, y mayor dificultad para establecer una distancia crítica.  Por distancia entiendo la posibilidad de percibir una representación como tal, desdoblada del objeto representado: la presencia innegable del actor sobre las tablas o de los hilos que mueven al títere. Una distancia que reducen los medios audiovisuales y más aún aquellos que en el entorno digital, a cambio de ceder al usuario (1) el control de la representación condicionan su toma de decisiones. Lo que subraya Placencia, siguiendo la estela de Hockney, es que esta intervención tecnológica no es nueva, como atestiguan ejemplos que se remontan al primer Renacimiento. Esto es importante porque permitiría  determinar, bajo los rasgos diferentes de los distintos medios, un incremento gradual de la intervención técnica, encaminada a hacerla al tiempo menos visible y más eficaz en la supresión de la distancia crítica. La senda del trampantojo, que nos llevaba en el siglo XV  a querer tomar una escalera pintada en la pared, sigue allí, potenciada en el entorno digital.  

 De alguna manera esto desarma los discursos que consideran a Internet y la realidad virtual como fenómenos completamente inéditos y sin parangón, pero de otro subraya su conexión con una tendencia histórica, anclada en nuestra cultura, por la que un lenguaje crecientemente "objetivo" - ya sea visual o textual- achica el espacio de la crítica de la forma más aséptica e inadvertida.  El planteamiento gana todos los debates y la perspectiva todas las imágenes.

En segundo lugar, al subrayar que el ojo es una cámara oscura, se llama la atención sobre los procesos de recepción de las imágenes y su similitud con el modo en que son generadas, algo también presente en "Aquiescencia", por ejemplo al describir al espectador del cine:

"La altura y el ángulo para desplegar la mirada, el modo de cruzar brazos y piernas como otros tantos parapetos de la observación, la cabeza echada atrás, ligeramente ladeada y hundida, revelan una contemplación compuesta. Abro los ojos como se levanta una persiana...".

La construcción de la mirada es paralela a la de la imagen. De ahí hay un paso para preguntarse quién mira a quién.  Y para pensar que, más allá del encuentro de la mirada del creador con la del espectador, hay otras miradas que se encuentran.

"...La casa no está encendida porque una mirada vigile sino porque aguarda. Ya llegan las imágenes a recorrer sus estancias. En algunos pasajes de Benjamin ya está la duda de quién mira a quién. Hay indicios de la percepción del cine como inmenso campo de experimentación de las actitudes sociales, sala de observación del aparato productivo. Las masas pasadas por las armas de la Imagen, sometidas a un escrutinio que modela la mirada en función de la perspectiva del Capital o del Estado..."

Los programas de televisión, películas y páginas en Red modelan nuestra conducta y consumo, sirven para ensayar productos y tendencias, perfeccionarlos conforme  a la reacción del público para ponerlos de nuevo en circulación. Ver es sólo la mitad de la historia, ya que vamos al cine (o visitamos ciertas páginas, o vemos ciertas series o programas) para ser socialmente visibles en cuanto dotados de un discurso relevante, recibir con las imágenes la sanción social que nos conecta y justifica.

La reflexión de Placencia y su praxis pictórica ofrecen pistas fundamentales para acercarnos a la manipulación de la imagen y la mirada, a los distintos encuentros que propician y el marco histórico en que se producen.

Buenas noticias: la exposición "Camera Obscura Museum" se prorroga hasta el sábado 7 de noviembre, día en que Jesus Placencia ofrecerá una visita guiada a todos aquellos que se acerquen por la librería Enclave de Libros a las 12 h.

Un enlace a "Aquiescencia": http://www.megustaleer.com/libros/aquiescencia/CT51075

(1) Una serie de usuarios al tiempo aislados y unívocos configuran el último avatar del público.