sábado, 12 de octubre de 2019

OTOÑAL DE CUENTOS Y POEMAS

Deslumbrado por los poemas de Antònia Vicens (Lovely, Saltadera 2017, traducido al castellano por Carlos Vitale). El mar se lee en sus páginas: un mar vivido, navegado, que da de comer y quita la salud. Un mar en el salón de casa y el dolor de espalda. Deseando que salga la traducción al castellano de Tots el Conts en Editorial Polibea, por Andrés Gastey.

Cuentos del Don, de Mijail Sholojov: conciso, certero. Relojes pequeños y precisos. La traducción es de José Fernández Sánchez, niño de Moscú cuyo registro léxico del mundo rural es rico y amplio. Por cierto, Fernández tiene unas memorias de su experiencia rusa. Las escenas más cruentas de los cuentos de Sholojov me recuerdan a Pasajes de la guerra revolucionaria de Che Guevara.

Decepcionado con la relectura de Bousoño, pero reconfortado por Angelina Gatelli y Ángela Figuera.

Cuentos completos de Rodolfo Walsh. 

La casa roja de Juan Carlos Mestre.

Zeta de Manuel Vilas, y en el cuento homónimo, una plegaria: Ruega, dios mío, por todas las especies que alcanzan el holocausto en mi sartén. 

El primo Rafael de Jesús Fernández Santos.  

Todos los crímenes se cometen por amor es una recopilación de cuentos de Luisgé Martín. En Los años más felices encuentro ecos de Maupassant y de Ribeyro

Las palabras del mudo es una recopilación de cuentos de Julio Ramón Ribeyro que abarca desde los años cincuenta hasta los setenta. Incluye Los gallinazos sin plumas, de 1955.

Ella pisó la Luna. Ellas pisaron la Luna de Belén Gopegui. La primera persona sirve para fijar la perspectiva de la historia familiar que se relata, señalando con exactitud desde dónde se describe la relación de Margarita Durán con su hija Miriam y la figura, al tiempo central y fugaz, del padre. Es como si la elección de la primera persona fuese una forma de incrementar la «objetividad» del texto, al explicar sin equívocos desde dónde se cuenta, pero eliminando toda referencia al narrador como personaje. Se deja incorporado al marco, en vez de inscrito o difuminado en el paisaje, el punto de vista. Una forma de implosionar la auto-ficción desde un relato familiar en primera persona.

Proyectos de pasado de Ana Blandiana, traducción de Viorica Patea. Incluye relatos tan revolucionarios como Aves voladoras para consumo humano.