domingo, 4 de diciembre de 2016

SADOUL EN GINEBRA


El día después de la muerte de Fidel Castro se presentó en la librería Albatros de Ginebra, "Cartas desde la revolución bolchevique" editado por  Turner, un conjunto de cartas que relata la toma del poder por el partido bolchevique y su consolidación en el mismo, escritas día a día por Jaques Sadoul, un diplomático francés con acceso directo a los dirigentes de la Revolución de 1917. La presentación corrió a cargo de la traductora, Inés Bértolo, y del editor y autor del prólogo, Constantino Bértolo.

Ginebra es una elección ideal para la primera presentación de este libro. Por un lado, el destinatario de las cartas de Sadoul, Albert Thomas, antiguo ministro socialista francés, fue el primer Director General de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), con sede en Ginebra. Por otra parte, como recuerda David Brun- Lambert en un artículo reciente (Le lac Leman, un roman russe, Sept, Noviembre 2016) el lago Leman concentró en sus orillas, de Ginebra a Montreux, de Bakunin a Bujarin o Plejánov, a gran número de disidentes del zarismo, que imaginaron aquí las condiciones de la lucha revolucionaria que emprenderían poco después en Rusia.  Lenin vivió en Ginebra en 1895, 1900 y entre 1903 y 1905, en el barrio de Jonction, muy cerca de donde tuvo lugar la presentación, que no está lejos tampoco del lugar donde se imprimía Iskra, la revista clandestina de la que se sirvió para unificar las fuerzas revolucionarias rusas. A dos pasos de la librería Albatros, en la calle du Vieux Villard, se encontraba además el café Handwek, en que cada tarde se reunían los revolucionarios rusos.  

Aunque muy bien escrita, no deja de tratarse de correspondencia diplomática, cartas despachadas casi cotidianamente por un funcionario a otro, al final de una dura jornada laboral. Como pusieron en evidencia los presentadores, esta aparente debilidad del texto constituye también su mayor fuerza, ya que el relato acompaña el desarrollo de la Revolución desde dentro, día a día, sin afanes literarios y combinando espontaneidad y precisión.

 Se trata de un libro difícil de sistematizar en una intervención breve. Los presentadores optaron por centrarse en sus claves principales y tratarlo, no como un testimonio del pasado, sino en relación con los desafíos del presente. El hostigamiento continuo a que es sometido el Gobierno bolchevique, su descrédito internacional, se analizan en relación con el caracter conyuntural y transitorio de las medidas que va adoptando y con la evolución del escenario de la I Guerra Mundial. Por cierto, ese carácter tentativo de la primera política bolchevique queda reflejado en los escritos de Lenin,  como muestra la antología publicada hace unos años, bajo el título de El revolucionario que no sabía demasiado. En todo caso, la decidida apuesta por la paz de los bolcheviques, en plena sintonía con el deseo del pueblo ruso, se va revelando como una de las razones principales de su triunfo en condiciones tan adversas.

A varios participantes nos llamó la atención el vinculo, subrayado por Constantino Bértolo, entre la política agraria bolchevique, calcada de la del partido socialrevolucionario, que comprendía la propiedad privada de los campesinos, y la posterior Nueva Política Económica (NPE)  de Lenin.  El profesor Chichepotiche, que estaba presente en la presentación, dice atreverse a actualizar ese vínculo, trayéndolo a la luz del contexto tecnológico actual, con lo que he quedado con él para continuar esta semana la discusión, como un eco más de las cartas y de su presentación en Ginebra el pasado noviembre.  El café Handwek cerró hace años, pero no iremos al Mc Donalds. Prometo dar cuenta aquí de ello. 

domingo, 6 de noviembre de 2016

ALLÍ DOS HOMBRES JUNTOS SON LA MITAD DE UN HOMBRE

He quedado con Víctor Sombra, que acaba de llegar de viaje. Nos quejamos de las pocas ocasiones que brinda Ginebra para hablar de libros, edición y lecturas... Para animarnos nos proponemos un juego. Diremos una sola frase de cada lectura reciente, y la dejaremos aquí, sin señalar quién de los dos la propone: 

"A  la vista" de Sada. En esta novela de apenas doscientas páginas se encuentran ejemplos relevantes de cómo bajo el capitalismo el empoderamiento de unos se produce en detrimento de otros, lo que resulta en la dificultad de construir una narración de la vida que merezca la pena para unos y otros, aunque sí se den muchos cantos para unos u otros.

"El fin del Homo Soviéticus" de Aleixievich. La única explicación a que, en su lectura más mediática, esta novela se presente como un relato anti-comunista es que haya dos obras con el mismo título de dos personas con el mismo nombre, pero seguimos buscando.

"La chica del tambor" de Le Carré, recomendación de unos buenos amigos, vislumbra de forma tan nítida la cuestión israelo - palestina que es fácil olvidar  que lo hace desde la distancia de los treinta y pico años pasados desde su escritura. 

El asombro por el contraste entre la cercanía del análisis y la distancia de la escritura, alcanza a otra obra de los ochenta sobre el mismo tema, "Mi amigo, el enemigo" de Uri Avneri, carente de la riqueza argumental y analítica de Le Carré, suplidas, solo parcialmente, por una mirada que precede al conflicto, que lo ve llegar, expandirse y ramificarse sin moverse del sitio, como corresponde a un viejo sionista nacido en la República de Weimar y emigrado en los años 30 a Palestina.  

" La vida entera" de David Grossman es una gran novela pequeña, o sea, que su pequeñez, la certeza de que los personajes, que quieren andar sin ataduras, acaban por recorrer un territorio acotado, dan vueltas y más vueltas por una especie de parque temático de Galilea, constituye la grandeza del texto. 

"Un mundo común" de Marina Garcés: "Se nos ofrece entonces (el mundo)  como un campo de dimensión variable, de límites inestables, sin naturaleza propia, en el que hechos y presencias, cuerpos y palabras, materias y significados son vistos desde su potencial inacabamiento.  

"El árabe del futuro" Riad Satouf. Uno recorre los dos o tres tomos, he perdido la cuenta, de bellos dibujos e interesantes escenas deseando que el niño por fin se haga mayor.  

"Sobre Héroes y Tumbas" de Ernesto Sábato. "Porque la memoria es lo que resiste al tiempo y a sus poderes de destrucción, y es algo así como la forma que la eternidad puede asumir en ese incesante transito"

En "El amo bueno" de Damián Tabarovsky el autor se sirve de tres perros para realizar conjeturas sobre los fantasmas, algunas muy interesantes, tanto que el lector acaba por desear menos ladridos y más fantasmas, aunque también es cierto que no es fácil determinar la secuencia exacta de ladridos que convoca al fantasma... 

“Yo Misma, supongo”, de Natalia Carrero incluye al final una larga lista de palabras, y he escogido una secuencia breve, añadiéndole en negrita las dos últimas, que caracterizan el texto bajo su envoltorio despreocupado y juguetón:

Ojo
Torbellino
Confusión
Confesión
Firmar
Afirmar
Pactar
Certero
Luminoso


“A veces parece que ralentizar la entropía es nuestro quijotesco propósito en esta vida”, señala James Gleick, citado por Sidharta Mukhanjee en un pasaje de “El Gen: una historia íntima”, que brinda una oportunidad inigualable para adentrarse en la mayor revolución científica de nuestros días.   


"Rondó para detener el tiempo" de Pedro Tena: "Allí cien hombres juntos son la centésima parte de un hombre". 

Hemos quedado en proseguir el juego. Ya tengo "Cartas desde la revolución bolchevique" de Jacques Sadoul, edición y traducción de Constantino e Inés Bértolo, y "En el mundo interior del Capital" de Sloterdijk. Y estoy pendiente de conseguir en la librería del barrio, Albatros, "Los últimos días de Adelaida Garcia Morales" de Elvira Navarro.  




ALLÍ DOS HOMBRES JUNTOS SON LA MITAD DE UN HOMBRE

He quedado con Víctor Sombra, que acababa de llegar de Madrid y se quejaba de las pocas ocasiones que tenía en Ginebra para hablar de libros, edición y lecturas... Para animarle le he propuesto un juego. Diremos una sola frase de cada lectura reciente, y la dejaremos aquí, sin señalar quién de los dos la propone: 

"A  la vista" de Sada. En esta novela de apenas doscientas páginas se encuentran ejemplos relevantes de cómo bajo el capitalismo el empoderamiento de unos se produce en detrimento de otros, lo que resulta en la dificultad de construir una narración de la vida que merezca la pena para unos y otros, aunque sí se den muchos cantos para unos u otros.

"El fin del Homo Soviéticus" de Aleixievich. La única explicación a que, en su lectura más mediática, esta novela se presente como un relato anti-comunista es que haya dos obras con el mismo título de dos personas con el mismo nombre, pero seguimos buscando.

"La chica del tambor" de Le Carré, recomendación de unos buenos amigos, vislumbra de forma tan nítida la cuestión israelo - palestina que es fácil olvidar  que lo hace desde la distancia de los treinta y pico años pasados desde su escritura. 

El asombro por el contraste entre la cercanía del análisis y la distancia de la escritura, alcanza a otra obra de los ochenta sobre el mismo tema, "Mi amigo, el enemigo" de Uri Avneri, carente de la riqueza argumental y analítica de Le Carré, suplidas, solo parcialmente, por una mirada que precede al conflicto, que lo ve llegar, expandirse y ramificarse sin moverse del sitio, como corresponde a un viejo sionista nacido en la República de Weimar y emigrado en los años 30 a Palestina.  

" La vida entera" de David Grossman es una gran novela pequeña, o sea, que su pequeñez, la certeza de que los personajes, que quieren andar sin ataduras, acaban por recorrer un territorio acotado, dan vueltas y más vueltas por una especie de parque temático de Galilea, constituye la grandeza del texto. 

Una amiga malhablada dice que "Un mundo común" de Marina Garcés, que se presenta  a menudo como la bandera filosófica del 15-M, es como un  calentón, pero añade que algo de eso hay también en el 15-M y que, en todo caso,  a veces un calentón puede superar a un polvo.  

"El árabe del futuro" Riad Satouf. Uno recorre los dos o tres tomos, he perdido la cuenta, de bellos dibujos e interesantes escenas deseando que el niño por fin se haga mayor.  

"Sobre Héroes y Tumbas" de Ernesto Sábato. "Porque la memoria es lo que resiste al tiempo y a sus poderes de destrucción, y es algo así como la forma que la eternidad puede asumir en ese incesante transito"

En "El amo bueno" de Damián Tabarovsky el autor se sirve de tres perros para realizar conjeturas sobre los fantasmas, algunas muy interesantes, tanto que el lector acaba por desear menos ladridos y más fantasmas, aunque también es cierto que no es fácil determinar la secuencia exacta de ladridos que convoca al fantasma... 

“Yo Misma, supongo”, de Natalia Carrero incluye al final una larga lista de palabras, y he escogido una secuencia breve, añadiéndole en negrita las dos últimas, que caracterizan el texto bajo su envoltorio despreocupado y juguetón:

Ojo
Torbellino
Confusión
Confesión
Firmar
Afirmar
Pactar
Certero
Luminoso


“A veces parece que ralentizar la entropía es nuestro quijotesco propósito en esta vida”, señala James Gleick, citado por Sidharta Mukhanjee en un pasaje de “El Gen: una historia íntima”, que brinda una oportunidad inigualable para adentrarse en la mayor revolución científica de nuestros días.   


"Rondó para detener el tiempo" de Pedro Tena: "Allí cien hombres juntos son la centésima parte de un hombre". 

Hemos quedado en proseguir el juego. Ya tengo "Cartas desde la revolución bolchevique" de Jacques Sadoul, edición y traducción de Constantino e Inés Bértolo, y  "En el mundo interior del Capital" de Sloterdijk. Y estoy pendiente de conseguir en la librería del barrio, Albatros, "Los últimos días de Adelaida Garcia Morales" de Elvira Navarro.  


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domingo, 18 de septiembre de 2016

ESPERANZA

Me gusta lo que Lu Sin dice de la esperanza:

...la esperanza en sí misma no puede decirse que exista, pero tampoco que no exista. Es igual que los caminos de tierra; en un principio no hay camino, mas con el paso de muchos hombres por el mismo lugar el camino acaba haciéndose realidad.    

Mi pueblo natal; incluido en Grito de llamada, Alfaguara, 1978. Traducción de Juan Ignacio Preciado y Miguel Shiao

domingo, 3 de abril de 2016

NO HAY AIRE PEQUEÑO





























Esta mañana he visitado la exposición que Virginia Rivas presenta en una luminosa sala de Naciones Unidas en Ginebra. Virginia Rivas, que cuenta con una prolífica y destacada trayectoria, ha explorado varias corrientes y formatos, incluyendo obras figurativas y otras abstractas de grandes dimensiones. En esta ocasión, bajo el título de "Sinestesia" despliega, en una treintena de cuadros de pequeño formato, una serie de correspondencias pictóricas con distintas piezas musicales. La que figura encima de estas palabras pinta el "Feeling Good" de Nina Simone y tiene unas dimensiones de 40 x 40 cm. Hay otras aún menores, de 20 x 20 cm. He disfrutado mucho tratando de recordar la música a partir de las formas y colores o imaginándola sin apoyatura en el recuerdo.

A mitad del recorrido me he encontrado al profesor Chichepotiche, que seguía con la mirada perdida y la expresión abatida, musitando una única palabra, por lo que me he detenido a hablar con su mujer, Sarika Centella, cuyos abuelos tuvieron una  importante galería de arte en Tesalónica. Sarika me ha recomendado leer el pequeño catálogo de la exposición, que contiene varias reproducciones de las obras y las consideraciones de sendos expertos, la profesora Lozano Bartolozzi y el crítico Vázquez Ortíz, que ayudan a situar esta serie en su contexto, trazando conexiones con la obra de otros autores. El catálogo estaba agotado pero su contenido lo he encontrado aquí:  http://virginiarivas.es/

Sarika disfrutó tanto de las obras el día de la inauguración que había vuelto hoy a verlas con más calma. A su juicio, expresado con vehemencia, arrastrándome del brazo para acercarme a uno de los cuadros y alejarme luego, sin dejar de mirarlo, la serie cuenta con una calidad área que se corresponde perfectamente con su temática musical. Los contrastes entre formas y colores, la hábil disposición de los fondos, las líneas y textos, crean una superposición de capas de contemplación. Se crea la sensación de espacio entre tales niveles, como si el aire, y la música con él, corriera entre ellos. Este juego de capas, ha enfatizado Sarika, mientras su marido seguía con la mirada fija entre dos cuadros, está presente en otras obras de gran formato de Virginia Rivas, pero es mucho más difícil de conseguir en superficies pequeñas.

Algo de razón creo que tiene la señora Centella porque, a poco que se miren con detenimiento, se olvida el tamaño de los cuadros. El aire no tiene tamaño. La exposición estará abierta hasta el 8 de abril.

He salido de la exposición con una sonrisa, mirando alrededor y a lo alto, como comprobando la falta de dimensión del aire. Sin embargo, al llegar a casa, reflejado en la ventana de la cocina, mi gesto era serio mientras escuchaba el mensaje del contestador. La novia de Bettina había llamado.










































lunes, 22 de febrero de 2016

DIEZMO DIGITAL

Urbano Pérez Sánchez recordaba hace unos días un pasaje de "Aquiescencia", novela de mi compadre Víctor Sombra publicada por Caballo de Troya, en la que se introduce la noción de "diezmo digital" y se comparan las relaciones de dependencia entre programas y aplicaciones, y las empresas que los desarrollan, con el sistema feudal:

https://www.facebook.com/urbano.perezsanchez/posts/10208746068194770

El comentario de Urbano resulta especialmente blasfemo al producirse durante la celebración del llamado "Mobile World Congress" de Barcelona que viene a ser como el "Corpus Christi" de las celebraciones tecnológicas.  En cualquier caso la cita nos acerca a algunas consideraciones interesantes de Jaron Lanier.

En una entrevista sobre su libro ¿Quién es el dueño del futuro? (Who Owns the Future?,  Simon & Schuster, 2013) Jaron Lanier usa el verbo diezmar para describir los estragos que la automatización está infligiendo en trabajadores culturales tales como traductores, periodistas de investigación, músicos de estudio, fotógrafos profesionales y otros cuyo trabajo es susceptible de ser digitalizado. http://techonomy.com/conf/te14/future-revolutions/owns-future/ Otro músico y tecnólogo, David García Arístegui, lleva tiempo analizando, desde una perspectiva diferente pero no tan distante,  el impacto de las nuevas tecnologías en el trabajo cultural.

Lanier desmonta con elocuencia el tópico de que la destrucción mencionada tenga carácter creativo y que deba ser considerada tan solo como la antesala de nuevas profesiones y actividades. Con el ejemplo de la traducción demuestra hasta que punto la actividad automatizada es dependiente del trabajo de los profesionales. Lanier también analiza los efectos de la llamada optimización digital que reduce el volumen de las actividades y sectores a los que se aplica, si bien la concentración súbita y extrema de las mismas genera una apariencia de crecimiento económico. La distribución gráfica de la renta en forma de campana, con una gran mayoría de rentas intermedias que llevan a cabo la actividad optimizada, da paso rápidamente a una gráfica con una enorme concentración de la riqueza en pocas manos. En palabras de Lanier los emprendedores "se hacen super, super ricos en un periodo super corto de tiempo, de hecho, es la mayor y más rápida concentración de riqueza de la historia" Lo curioso es que esta concentración brutal de riqueza se está produciendo con el apoyo de muchos de quienes sufrirán sus consecuencias. Y esto me lleva de nuevo a "Aquiescencia":
 Encadenados al sueño de la libre elección, todos tejemos sin término ese mundo virtual, cumpliendo de manera refleja la voluntad de un capital en pleno proceso de depuración, comunicación y expansión.”

jueves, 4 de febrero de 2016

CONVOCATORIA

Benjamín Chichepotiche ha venido esta tarde a casa a tomar el té. Esperaba verlo contento, disfrutando de su merecida jubilación tras concluir una brillante carrera de profesor de lingüística en la Universidad de Ginebra. Todo lo contrario. A Benjamín se le veía inquieto e insatisfecho. Nervioso. Como si le quedara mucho por hacer, pero como si, al mismo tiempo, no hubiera nada que hacer.

Benjamin se propuso, hace cuarenta y cinco años, desarrollar un sistema para medir la desaparición de las palabras. Cada mañana de domingo se situaba en una plaza pública muy frecuentada y, mediante un potente equipo de grabación, registraba las conversaciones de los transeúntes.  Empezó su tarea en la plaza del Bourg du Four, y más tarde en la place de Neuve, y aún después en la place du Cirque, pero al cabo de un año se dio cuenta de  que el numero de viandantes en Ginebra  no era suficiente para llevar a cabo mediciones relevantes por lo que, tras dudar entre distintos espacios públicos de Milán, Lyon y Barcelona, se decidió por la plaza de Cataluña para llevar a cabo sus experimentos.

Benjamín, que comenzó sus ensayos en el marco de la tesis doctoral, con apenas 23 años, medía la velocidad con que las palabras dejaban de usarse, precipitándose al silencio en la densidad decreciente del habla. Es cierto que sus mediciones, aplicadas tanto a palabras en catalán como en castellano, reflejan todo tipo de fluctuaciones en el uso, también su incremento, pero Benjamín piensa que este es siempre pasajero, y que todas las palabras acaban desapareciendo.  

Los gráficos de su monumental estudio muestran en distintos colores la evolución del uso de palabras tan dispares y sintomáticas como "dialéctica", "ordenador", "negociació", "condón", "conjuntura", "lucha de clases" "transición", e"independencia".  Su obra, aún inédita, puede representar un avance descomunal en el campo del análisis sociolingüístico. Leo por ejemplo que un domingo de enero de 1973, "lucha de clases" se pronunció siete veces en la Plaza de Cataluña, por 4 veces un domingo diez años después, 2 en 1993 y ninguna en 2003. "Marica" se registró 20 veces un domingo de marzo de 1973, 22 en el mismo domingo de 1983, 6 en 1993 y 23 en 2003. "Figa", 30, 31, 31 y 30 en los mismos años, respectivamente. "Mòbil" se detecto por vez primera en 1993. Se escuchó 28 veces el  21 de enero 1996, tercer domingo del mes, 229 veces diez años después, y 1230 el mismo domingo de enero de 2016.

El sueño último del profesor Chichepotiche era certificar la desaparición completa de una palabra, atestiguar que un vocablo había pasado a formar parte definitivamente de lo que llamaba el "lodo semántico silente", un fondo de sentido en que el hablante conoce la palabra pero ha dejado por completo de pronunciarla. Había centrado todas sus esperanzas en la palabra "cáspita", registrada una fría mañana de febrero de 1971, uno de los primeros domingos de su experimento, y que no había vuelto a ser detectada desde entonces. Eso le permitió certificar, en un artículo publicado pocos días antes de su jubilación, que "cáspita" no era ya tal palabra, no se hallaba entre nosotros, flotando en el habla, sino que formaba parte del limo lingüístico, conforme a lo que vino en llamar el estándar, teorema o principio de Chichepotiche, que requería cuarenta y cinco años sin mención en plaza pública. Pasados unos meses, tras recibir un gran número de comentarios a su articulo, mayormente elogiosos, dio luz verde a su editor para que publicase su monumental estudio en forma de libro. 

Este habría sido, sin duda, un final triunfal para la carrera del profesor, si no fuera porque, al acercarse a visitar a un amigo al hospital cantonal, la pasada semana, justo el día después de recibir los primeros ejemplares impresos del libro, un suceso inesperado le obligó a revisar sus conclusiones, tan trabajosamente alcanzadas al cabo de los años.  En el mismo pasillo que su amigo, un cura esperaba con los santos óleos a la puerta de un emigrante gallego de voz ronca y esforzada respiración. Chichepotiche se paró en seco al oír la palabra "carallo" y esperó junto al prelado mientras un magma indescifrable de voces en que se mezclaban el francés, portugués y castellano, arrastraba hasta la puerta, ciertas e inconexas, las siguientes palabras: "Franco", "deslomado", "vinho""putain de banque", "zanja" y "chubasqueiro do pito". Esta última expresión hizo que el prelado se girase a Chichepotiche enarcando las cejas. Y que, a continuación, levantado ante sí los santos óleos, respirando hondo, entrara en la habitación.

Sólo se oyeron dos palabras más, con la misma voz ronca, pero en un tono sorprendentemente infantil. Una de ellas causó la ruina de Chichepotiche: 

-¡Cáspita, un cura!-    

Benjamín no pudo ya visitar a su amigo. Salió del hospital y en el primer bar que encontró apuró media botella de güisqui. No salió de casa en tres semanas, en las que trató de formular una teoría complementaria que salvara el teorema o estándar de Chichepotiche, y de paso le salvara la vida.   

Hoy en casa le he ayudado a dar forma final a esta hipótesis: 

"Las criaturas que habitan el lodo semántico son especialmente propensas a emerger de sus profundidades abisales durante la agonía del hablante que las oyó en la infancia"  

Para corroborar esta hipótesis, que a su vez salvaría su teorema, el profesor Chichepotiche ofrece un estipendio equivalente a la mitad de su propia jubilación para efectuar un trabajo de campo en cinco residencias de ancianos del Estado español, donde, en jornadas prolongadas de grabación a moribundos, se trataría de detectar otras ocurrencias de la palabra "cáspita". Los candidatos contarían con el apoyo del asistente del profesor, el tesinando Nathaniel Lonez, y tendrían a su disposición su equipo personal de grabación. 

Espero que la feliz conclusión de este trabajo de campo devuelva la sonrisa al profesor Chichepotiche. Que se le vuelva a ver por la librería Albatros, hablando con los padres de los niños que participan en los cursos de catalán, o en la presentación de algún libro. 

Víctor Sombra, que ha compartido el té con nosotros se ha ofrecido a ayudarnos en el proceso de selección. Las solicitudes pueden enviarse a esta misma bitácora, hasta el 22 de marzo.