lunes, 22 de febrero de 2016

DIEZMO DIGITAL

Urbano Pérez Sánchez recordaba hace unos días un pasaje de "Aquiescencia", novela de mi compadre Víctor Sombra publicada por Caballo de Troya, en la que se introduce la noción de "diezmo digital" y se comparan las relaciones de dependencia entre programas y aplicaciones, y las empresas que los desarrollan, con el sistema feudal:

https://www.facebook.com/urbano.perezsanchez/posts/10208746068194770

El comentario de Urbano resulta especialmente blasfemo al producirse durante la celebración del llamado "Mobile World Congress" de Barcelona que viene a ser como el "Corpus Christi" de las celebraciones tecnológicas.  En cualquier caso la cita nos acerca a algunas consideraciones interesantes de Jaron Lanier.

En una entrevista sobre su libro ¿Quién es el dueño del futuro? (Who Owns the Future?,  Simon & Schuster, 2013) Jaron Lanier usa el verbo diezmar para describir los estragos que la automatización está infligiendo en trabajadores culturales tales como traductores, periodistas de investigación, músicos de estudio, fotógrafos profesionales y otros cuyo trabajo es susceptible de ser digitalizado. http://techonomy.com/conf/te14/future-revolutions/owns-future/ Otro músico y tecnólogo, David García Arístegui, lleva tiempo analizando, desde una perspectiva diferente pero no tan distante,  el impacto de las nuevas tecnologías en el trabajo cultural.

Lanier desmonta con elocuencia el tópico de que la destrucción mencionada tenga carácter creativo y que deba ser considerada tan solo como la antesala de nuevas profesiones y actividades. Con el ejemplo de la traducción demuestra hasta que punto la actividad automatizada es dependiente del trabajo de los profesionales. Lanier también analiza los efectos de la llamada optimización digital que reduce el volumen de las actividades y sectores a los que se aplica, si bien la concentración súbita y extrema de las mismas genera una apariencia de crecimiento económico. La distribución gráfica de la renta en forma de campana, con una gran mayoría de rentas intermedias que llevan a cabo la actividad optimizada, da paso rápidamente a una gráfica con una enorme concentración de la riqueza en pocas manos. En palabras de Lanier los emprendedores "se hacen super, super ricos en un periodo super corto de tiempo, de hecho, es la mayor y más rápida concentración de riqueza de la historia" Lo curioso es que esta concentración brutal de riqueza se está produciendo con el apoyo de muchos de quienes sufrirán sus consecuencias. Y esto me lleva de nuevo a "Aquiescencia":
 Encadenados al sueño de la libre elección, todos tejemos sin término ese mundo virtual, cumpliendo de manera refleja la voluntad de un capital en pleno proceso de depuración, comunicación y expansión.”

jueves, 4 de febrero de 2016

CONVOCATORIA

Benjamín Chichepotiche ha venido esta tarde a casa a tomar el té. Esperaba verlo contento, disfrutando de su merecida jubilación tras concluir una brillante carrera de profesor de lingüística en la Universidad de Ginebra. Todo lo contrario. A Benjamín se le veía inquieto e insatisfecho. Nervioso. Como si le quedara mucho por hacer, pero como si, al mismo tiempo, no hubiera nada que hacer.

Benjamin se propuso, hace cuarenta y cinco años, desarrollar un sistema para medir la desaparición de las palabras. Cada mañana de domingo se situaba en una plaza pública muy frecuentada y, mediante un potente equipo de grabación, registraba las conversaciones de los transeúntes.  Empezó su tarea en la plaza del Bourg du Four, y más tarde en la place de Neuve, y aún después en la place du Cirque, pero al cabo de un año se dio cuenta de  que el numero de viandantes en Ginebra  no era suficiente para llevar a cabo mediciones relevantes por lo que, tras dudar entre distintos espacios públicos de Milán, Lyon y Barcelona, se decidió por la plaza de Cataluña para llevar a cabo sus experimentos.

Benjamín, que comenzó sus ensayos en el marco de la tesis doctoral, con apenas 23 años, medía la velocidad con que las palabras dejaban de usarse, precipitándose al silencio en la densidad decreciente del habla. Es cierto que sus mediciones, aplicadas tanto a palabras en catalán como en castellano, reflejan todo tipo de fluctuaciones en el uso, también su incremento, pero Benjamín piensa que este es siempre pasajero, y que todas las palabras acaban desapareciendo.  

Los gráficos de su monumental estudio muestran en distintos colores la evolución del uso de palabras tan dispares y sintomáticas como "dialéctica", "ordenador", "negociació", "condón", "conjuntura", "lucha de clases" "transición", e"independencia".  Su obra, aún inédita, puede representar un avance descomunal en el campo del análisis sociolingüístico. Leo por ejemplo que un domingo de enero de 1973, "lucha de clases" se pronunció siete veces en la Plaza de Cataluña, por 4 veces un domingo diez años después, 2 en 1993 y ninguna en 2003. "Marica" se registró 20 veces un domingo de marzo de 1973, 22 en el mismo domingo de 1983, 6 en 1993 y 23 en 2003. "Figa", 30, 31, 31 y 30 en los mismos años, respectivamente. "Mòbil" se detecto por vez primera en 1993. Se escuchó 28 veces el  21 de enero 1996, tercer domingo del mes, 229 veces diez años después, y 1230 el mismo domingo de enero de 2016.

El sueño último del profesor Chichepotiche era certificar la desaparición completa de una palabra, atestiguar que un vocablo había pasado a formar parte definitivamente de lo que llamaba el "lodo semántico silente", un fondo de sentido en que el hablante conoce la palabra pero ha dejado por completo de pronunciarla. Había centrado todas sus esperanzas en la palabra "cáspita", registrada una fría mañana de febrero de 1971, uno de los primeros domingos de su experimento, y que no había vuelto a ser detectada desde entonces. Eso le permitió certificar, en un artículo publicado pocos días antes de su jubilación, que "cáspita" no era ya tal palabra, no se hallaba entre nosotros, flotando en el habla, sino que formaba parte del limo lingüístico, conforme a lo que vino en llamar el estándar, teorema o principio de Chichepotiche, que requería cuarenta y cinco años sin mención en plaza pública. Pasados unos meses, tras recibir un gran número de comentarios a su articulo, mayormente elogiosos, dio luz verde a su editor para que publicase su monumental estudio en forma de libro. 

Este habría sido, sin duda, un final triunfal para la carrera del profesor, si no fuera porque, al acercarse a visitar a un amigo al hospital cantonal, la pasada semana, justo el día después de recibir los primeros ejemplares impresos del libro, un suceso inesperado le obligó a revisar sus conclusiones, tan trabajosamente alcanzadas al cabo de los años.  En el mismo pasillo que su amigo, un cura esperaba con los santos óleos a la puerta de un emigrante gallego de voz ronca y esforzada respiración. Chichepotiche se paró en seco al oír la palabra "carallo" y esperó junto al prelado mientras un magma indescifrable de voces en que se mezclaban el francés, portugués y castellano, arrastraba hasta la puerta, ciertas e inconexas, las siguientes palabras: "Franco", "deslomado", "vinho""putain de banque", "zanja" y "chubasqueiro do pito". Esta última expresión hizo que el prelado se girase a Chichepotiche enarcando las cejas. Y que, a continuación, levantado ante sí los santos óleos, respirando hondo, entrara en la habitación.

Sólo se oyeron dos palabras más, con la misma voz ronca, pero en un tono sorprendentemente infantil. Una de ellas causó la ruina de Chichepotiche: 

-¡Cáspita, un cura!-    

Benjamín no pudo ya visitar a su amigo. Salió del hospital y en el primer bar que encontró apuró media botella de güisqui. No salió de casa en tres semanas, en las que trató de formular una teoría complementaria que salvara el teorema o estándar de Chichepotiche, y de paso le salvara la vida.   

Hoy en casa le he ayudado a dar forma final a esta hipótesis: 

"Las criaturas que habitan el lodo semántico son especialmente propensas a emerger de sus profundidades abisales durante la agonía del hablante que las oyó en la infancia"  

Para corroborar esta hipótesis, que a su vez salvaría su teorema, el profesor Chichepotiche ofrece un estipendio equivalente a la mitad de su propia jubilación para efectuar un trabajo de campo en cinco residencias de ancianos del Estado español, donde, en jornadas prolongadas de grabación a moribundos, se trataría de detectar otras ocurrencias de la palabra "cáspita". Los candidatos contarían con el apoyo del asistente del profesor, el tesinando Nathaniel Lonez, y tendrían a su disposición su equipo personal de grabación. 

Espero que la feliz conclusión de este trabajo de campo devuelva la sonrisa al profesor Chichepotiche. Que se le vuelva a ver por la librería Albatros, hablando con los padres de los niños que participan en los cursos de catalán, o en la presentación de algún libro. 

Víctor Sombra, que ha compartido el té con nosotros se ha ofrecido a ayudarnos en el proceso de selección. Las solicitudes pueden enviarse a esta misma bitácora, hasta el 22 de marzo.