sábado, 31 de octubre de 2015

¡HÁGASE LA LUZ! (I)

Según Magritte (I) Jesús Placencia. Reproducida con permiso del autor.
La postal que figura arriba - en realidad la foto que acabo de tomar de la postal- reproduce un cuadro de la exposición "Camera Obscura Museum", que el pintor y arquitecto Jesús Placencia presenta  en la Librería Asociación Enclave de Libros de Madrid:  http://enclavedelibros.blogspot.ch/
La trayectoria de esta imagen es larga y compleja. Para componer el cuadro, Placencia dispuso los tres cuencos ante una cámara oscura y fotografió la imagen proyectada en ella, pintando luego sobre la superficie de la fotografía. Tal y como él mismo explica en el catálogo, la cámara oscura, cuyo fundamento rige también la fotografía y el cine, consiste en "permitir la entrada de un haz de luz por un pequeño orificio, a modo de cono invertido, en un espacio previamente oscurecido. Como cada punto más o menos iluminado del exterior actúa como emisor de luz - y color-, cada uno de los rayos provenientes de los objetos en el exterior de la cámara entrará en ella por el pequeño orificio, vértice del cono, y se proyectará en una superficie, normalmente plana, que coloquemos en su interior"

En la imagen de arriba los tres cuencos que aparecen en primer plano son el resultado de fotografiar la imagen proyectada por la cámara oscura mientras que los que aparecen enmarcados encima, de menor tamaño, han sido pintados por Jesús Placencia.

Placencia toma como punto de partida la radical propuesta del artista inglés David Hockney en su libro "El Conocimiento Secreto",  conforme al cual, desde mediados del siglo XV hasta la aparición de la fotografía y el surgimiento del impresionismo, los pintores habrían utilizado de forma generalizada la cámara oscura para ejecutar sus obras. Hockney incluye en su libro cuadros de Caravaggio, Velazquez y Vermeer, entre otros, como ejemplo. Pintores que siempre imaginamos reproduciendo la realidad directamente del natural, salvando sin red el vacío que los separaba de sus modelos, se servían al parecer de lentes para proyectar imágenes sobre el lienzo, que luego calcaban y coloreaban.  El naturalismo se alcanzaba por tanto de modo indirecto, a través de una intermediación técnica, y esto hace que sus agentes pierdan algo del aura de Titanes del músculo ocular, guiados en el vacío por las musas y la inspiración, para suplir estas con apoyo de la Ciencia.

Sobre esta base Placencia, que está tan interesado en la reflexión teórica como en la praxis pictórica, propone una serie de juegos analíticos en sus cuadros, pintando las fotografías que capturan la luz reflejada en la cámara oscura para fotografiar de nuevo el resultado,  ensayando distintas alteraciones a las escenografías clásicas, cambiando la posición de la lente o curvando la pantalla para modificar la imagen proyectada, como en su lograda serie de anamorfosis, estableciendo distintos marcos de contemplación y desbaratando de distintos modos las fronteras entre imagen y espectador, hasta hacernos ver poco a poco que el propio ojo es una cámara oscura.

Víctor Sombra Macarrón, que me acompañaba en la exposición, estaba especialmente entusiasmado con esa idea:

-El ojo es una cámara oscura- no paraba de repetir Sombra- ¡Qué mejor punto de partida para reflexionar sobre la construcción de la mirada como reflejo interesado de la realidad!.... -

Yo quería preguntarle al autor si habría una segunda visita guiada, para recomendarla en estas páginas, pero no había forma. Sombra salía de la sala, seguía hablando exaltado:

- El naturalismo, lo mismo que la objetividad tan preciada por Occidente, es el resultado de presentar una realidad a medida, compuesta, escenificada... Para empezar es siempre una realidad ordenada: o bien se colocan los objetos para ser reproducidos o se escoge una determinada porción de la realidad, dejando de lado el resto. Se fija el marco y la luz, se determina la lente y la pantalla sobre la que se proyecta la imagen-

-¿Prefieres tomar el metro o el autobus? - he preguntado, pero Sombra no ha respondido:

- Ya decía Benjamín que sólo hay un punto en el estudio cinematográfico en que la cámara puede enfocar la escena sin descubrir todo el aparato tecnológico que la rodea...Ese punto es el que ocupa la cámara y llenará la pantalla. Lo que allí brota ingenuo, incuestionable, es estrictamente lo que se quiere que veamos... La imagen está pergeñada, compuesta, pero lo estará también la mirada que la contemplará más tarde. Hay siempre un encuentro de miradas... La pregunta es quién mira a quién y cómo-

- Vamos andando- he zanjado,  cambiado de tema, acelerando el paso.

Lo que Sombra decía me sonaba cada vez más, pero prefería llegar a casa y examinarlo por mi cuenta.

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