sábado, 28 de agosto de 2010

LA CENA DE LOS NOTABLES

En la Cena de los Notables (Periférica, Madrid, 2008) Constantino Bértolo combate con eficacia una visión de la literatura como pacto entre autor y lector, encuentro de dos almas, cena que recrea y enamora por decirlo al modo juandelacruciano. El pacto en realidad sería más que místico, económico. Uniría, sobre la mesa del mercado, a editor y público. El autor ocuparía un lugar más distante en el banquete, más alejado de la cabecera cuanto menos se tolerase su discurso. Desde la distancia, el autor toma la palabra. La literatura se funda en ese acto de tomar de la palabra. Levantarse para tomar la palabra ante el público sería el equivalente a la puesta a disposición del público de la letra impresa. Las palabras son de todos y, publicadas, se dirigen al público. La comunidad es por tanto origen y destino de la palabra pública.

Bértolo expone como un recuerdo común, lejano pero inefable, que el autor debe responder ante el público. Aunque el público no le pueda pedir responsabilidades, al menos en nuestra sistema, no le dé ni le quite la palabra. Eso lo hace el mercado, sólo a través de este, del encuentro en este con el editor, el público alcanza a los autores.

Cabe hablar de una responsabilidad putativa en la que por mucho que el autor identifique correctamente su origen y destinatario, la respuesta - en último término, el concederle o quitarle la palabra- la ejerza el mercado.

En la exposición de su tesis, el texto esclarece lugares poco transitados. Está una taxonomía de la crítica que me hace descubrir retrospectivamente que catador es el nombre que merecen Boyero y su feroz antagonista en esta entrada, por apoyarse ambos exclusivamente en el gusto propio expresado con vehemencia.

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