viernes, 26 de diciembre de 2008
PODER FACIL
Una de las salas del trono de la Ciudad Prohibida en Pekín está presidida por un cartel que proclama "no hago nada" lo que a veces se explica a partir de las doctrinas de Confucio, como una muestra del buen hacer imperial. Gracias a un engranaje gubernamental equilibrado y eficaz las cosas ruedan solas, sin que los resortes del poder apenas precisen rozarse desde la cúspide. La visión inversa, de inspiración taoísta esta vez, hace causa de la consecuencia: todo funciona bien porque no se hace nada. En realidad esta visión tiene más que ver con el “laissez faire” del liberalismo y la mano invisible de Adam Smith, que pueden así verse como caricatura del taoísmo. Este no implica tanto omisión como asimilación al medio y asunción del mismo, por ejemplo en el nadador de Chuang Tse tal como lo describe Billetier en Lecciones sobre Chuang Tse (Ediciones Allia, Paris 2003). El que nada sin esfuerzo aparente, lo hace porque no lucha contra la corriente sino que se adapta a ella, haciéndose como ella – asimilación- y abriéndole cauce en sí –asunción- . Mimetizar el medio e interiorizarlo para acompasar el acto. No nos olvidemos, sin embargo, de las consecuencias de una y otra perspectiva, que nos recuerda el siguiente proverbio chino, tomado de una página http://www.concienciasinfronteras.com/PAGINAS/CONCIENCIA/chuangtsemariposa.html
que hace una excelente descripción de las diferencias entre confucionismo y taoísmo: “Cuando alguien tiene éxito en este mundo, es siempre un confucionista, mientras que cuando fracasa es siempre un taoísta”.
La molicie faraónica, reflejada en los objetos de uso personal de Tutankamón, ofrece una versión distinta de la inacción imperial, como en el abanico diseñado para solicitar un esfuerzo mínimo del puño, que sólo precisa girar sobre sí para dar aire sin necesidad de agitarse de un lado a otro. La inacción aquí esta diseñada, fomentada por la corte y es un modo del entorno del poder – los sacerdotes de Amón – de hacerse con este. Cordajes del monarca como títere. Otra versión de la inacción del poder la facilita la gradación que propone un viejo colega de trabajo que ha visto pasar muchos jefes; el peor – dice- es el que no sabe y actúa, le sigue el que sabe y no actúa, rarísimo y excelente es el que sabe y actúa. Y actúa acompasado al medio cabría añadir al modo del Tao.
¿Cual sería el modo del Tao ante la crisis económica? ¿Tormenta del orden como la imagen inversa que devuelve un espejo plantado ante la turbulencia financiera? Mimetizando la intensidad de la energía destructiva, cambiándola de signo para tratar de revitalizar una economía paralizada. Este parece ser el criterio de los planes de estimulo como el puesto en marcha por Obama en Estados Unidos, Sarkozy, Zapatero…. Pero quizá más propio del taoísmo sería no dar por supuesta la pregunta que plantea la crisis, y antes de precipitarnos a una respuesta mimética, ahondar en qué nos dice ella del modelo de desarrollo que a la vez criticamos y fomentamos.
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