domingo, 16 de marzo de 2008

Pâquis- Hilliker

El Pâquis es la Otra Ginebra por antonomasia, el barrio de los bares, la prostitución y los hoteles. Comercio carnal y de estupefacientes frente a las finanzas y el comercio de materias primas. Los hoteles atraen una población flotante, emplazada - lago de por medio- frente a la burguesía enraizada de la margen izquierda. Los del borde del lago reciben a un turismo de lujo y ejecutivos de grandes compañías. Las Naciones Unidas y otros organismos internacionales como la OMC o la Cruz Roja son una fuente destacada de clientes de los hoteles del Pâquis. Aunque en las reuniones los delegados nacionales están sujetos a un mismo protocolo, sus alojamientos reflejan la diferencia de sus países de origen. Según se alejan del lago para adentrarse en el Pâquis, los hoteles pierden estrellas, reciben a delegados de países de menor renta per capita, hasta alcanzar la calle de Berna donde los delegados de los PMA (los 50 países menos adelantados según la clasificación de la ONU) comparten la calle - cuando no los establecimientos- con meretrices y camellos. Es en esta calle y sus aledaños donde se hace más evidente las diferencias entre Geneva Hilliker y Geneva, Switzerland.


En su libro "Mis rincones oscuros" (My Dark Places) James Ellroy describe la doble vida de su madre, Geneva Hilliker, que murió asesinada en California cuando él era niño. Durante la semana daba la imagen de una estricta moralidad protestante, fiel a los valores rurales del Medio Oeste estadounidense del que procedía. Educaba sola a su hijo y trabajaba sin descanso para mantenerlo, ya que poco podía esperar del zángano del que se había divorciado. El fin de semana, una vez su hijo James quedaba a cargo del padre, ella se dedicaba a salir y beber sin moderación. Los locales que elige son oscuros tugurios en los márgenes de la ciudad, a veces al borde de autopistas, siempre en áreas de reciente o cambiante urbanización. El hijo sospecha que a menudo se acostaba borracha con hombres que había conocido en la misma noche. Nada de esto resulta demasiado chocante en Los Ángeles de 1957, el año en que ella muere asesinada en una de sus salidas/ escapadas nocturnas. En la descripción del narrador se respira una cierta estrechez del patrón con que juzgaba a su madre, algo del asombro del niño al saber que ella hace cosas que jamás él hubiera imaginado. En cualquier caso, si nos atenemos a la descripción del hijo, la característica principal del carácter de Geneva - denunciada también por su ex marido- es la doblez. Bajo una fachada de estricta rectitud late una mujer fatal, entregada a las pasiones del alcohol y el sexo.



La Ginebra de Suiza en cambio goza de una transparencia que resulta a veces insultante y otras sólo desalentadora, pero siempre admirable. Bajo la piedra gris de la ciudad antigua nada contradice su severa arquitectura. La margen derecha, la Otra Ginebra, es igualmente transparente. El camello se esconde menos de lo que cabría esperar en un lugar de costumbres tan ordenadas. La prostitución resulta mucho más visible que en la mayor parte de las ciudades europeas. Ocupa con desparpajo las calzadas del Pâquis y sus locales eróticos participan en las fiestas del barrio con casetas propias, intercaladas entre las de otros comerciantes. Se dirá que la prostitución es aún más visible en Amsterdam. Cierto, pero aquí no se trata de un "red light district" en que se aísla la prostitución del resto de la ciudad. El local que presta servicios de prostitución tiene a su lado una panadería o un bar normal y en el bullicio cotidiano del barrio los transeúntes parecen entrar a uno u otro de manera indistinta. El hecho de que en verano los locales de alterne abran terrazas cuyas mesas comparten prostitutas y clientes ofrece la medida de esa transparente indiferencia. No, una margen no se escapa de la otra, ni se esconde en ella. No es una ciudad para Geneva Hilliker, Geneva Jekill and Hyde. Con la misma naturalidad con que se despachan millones de toneladas de trigo o de barriles de petróleo se fija el precio por los servicios de la dama con la que se comparte terraza. La luz no deja resquicio y el Ayuntamiento ha decretado la abolición de la esquizofrenia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mont, no he leído posts antriores, pero aparte de tus dos ginebras sabes que hay una particularmente importante en la literatura

la tengo en mi último post cantando al mes de mayo

(y aún no hemos hablado del gin tonic, para redondear)

amor