sábado, 1 de marzo de 2008
Otra Ginebra
Ginebra. La bebida también, pero sobre todo la ciudad suiza. Un poco también la madre de James Ellroy, Geneva Hilliker. Nada en cambio de la Ginebra artúrica, ni su linaje en Tolkien o C.S Lewis. Algo de la historia de la ciudad, de las costumbres de sus habitantes. Curiosidades con la reconfortante virtud de equiparar conocimiento y anecdotario, como en esas entrevistas en que el periodista se abre paso a marchas forzadas por el cuestionario para alcanzar el momento revelador en que solicita al entrevistado "algunas anécdotas". Otra Ginebra porque se cuenta desde la orilla de un lago que separa a quienes se consideran a sí mismos como autóctonos de quienes no se ven de allí. No se trata sin embargo de contar una Ginebra desde la Otra, como si una margen negara y a la vez diera cuenta de la otra. La orilla derecha, la de la inmigración, las Naciones Unidas y los hoteles, ofrecería el reverso de la moneda que daría su auténtica cara en la catedral calvinista y los bancos, el surtidor del lago emulando al Mont Blanc que sobresale a su espalda. En realidad ambas margenes se niegan mutuamente capacidad de explicar o comentar a la otra. También yo me eximo de esa responsabilidad en esta bitácora sobre la Otra Ginebra.
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1 comentario:
No entiendo ni patata,deberias aclararme un poco lo que quieres decir,por favor.
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