Jacques el fatalista de Denis Diderot. Algunas de las gracietas de Jacques no tiene gracia.
Tristram Shandy de Laurence Sterne
Almas muertas de Nicolas Gogol. Quizá cumple para la novela rusa un papel fundacional, no tan diferente de las dos anteriores en sus lenguas respectivas. Entre otras cosas, una novela sobre la complejidad, ubicuidad y vigor de la corrupción. Un tema tan complejo que en la segunda parte Gogol pierde los papeles (los quema).
Tengo miedo torero de Pedro Lemebel ¡Olé! ¡Qué bien rematado!
Carmen Baroja y Nessi. Recuerdos de una mujer de la generación del 98. Prólogo edición y notas de Amparo Hurtado. Estas memorias de Carmen Baroja, editadas por Amparo Hurtado, ofrecen un contrapunto, feminista y lúcido, a muchas ideas preconcebidas de la muy masculina y gloriosa generación del 98. ¡Qué interesantes el índice onomástico con notas biográficas, la introducción, las notas a pié de página!
Los encuentros de Vicente Aleixandre. Las semblanzas de Aleixandre, de escritura sutil, casi camuflada, como supo hacer durante tantos años de exilio interior, son tan interesantes como la nómina de escritores encontrados, desde Clementina Arderíu hasta José Luís Hidalgo.
La locomotora borracha de Mijail Bulgakov. Textos entre satíricos y fantasticos ambientados en las Rusia del comunismo de la NEP y la guerra. «Habitaciones rodantes» es mi favorito, sobre los moscovitas que, ante la penuria de alojamiento, empiezan a vivir en los tranvías.