Salíamos del aula
e implorábamos a Baco
que escanciara su néctar
para servir una caña.
Dirás que no sé de lo que hablo
lo mismo que Paco, el camarero,
se resistía a una apelación
que distorsionaba el trato
y convertía de nuevo su bar,
que tampoco se llamaba Olimpo, en escenario.
Helena o Holly Golightly y Lord Jim de su mano,
huyendo del pasado bajo la noche
de un Madrid
aún hermoso,
porque recobrado.
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