En La Mano Invisible de Isaac Rosa se trata de romper la máxima de José Luis Pardo, recogida al final de la novela, de que el trabajo en sí mismo es inenarrable. La novela recoge un impresionante catalogo de actitudes frente al trabajo pero también de actividades concretas y su efecto específico en el cuerpo, los dolores y la salud, las relaciones familiares y entre compañeros. Una taxonomía de las formas que adopta la alienación laboral. El trabajo se puede por tanto narrar, y la hazaña de demostrarlo despierta admiración por su viveza y prolijidad. Sin embargo ¿qué hacen esas personas llevando a cabo sus distintas tareas ante una grada con público en una nave industrial de las afueras de la ciudad? Parece que para narrar el trabajo este debe perder todo sentido, llevarse a cabo sin contexto ni explicación en la nave emplazada en un descampado, junto a la vía del tren y las chabolas que frecuentan los yonquis.
El narrador, al igual que el vigilante al final de la novela, prefiere no saber, centrarse en la hazaña de narrar la actividad laboral en sí misma. Consigue desmentir a José Luis Pardo. Sin embargo, al obviar los márgenes del trabajo se nos escamotea su verdadera razón de ser. El logro de la descripción de la actividad laboral deja atrás, como la pared de ladrillo en la nave abandonada, un trabajo inexplicable, sin contexto ni sentido.
El narrador, al igual que el vigilante al final de la novela, prefiere no saber, centrarse en la hazaña de narrar la actividad laboral en sí misma. Consigue desmentir a José Luis Pardo. Sin embargo, al obviar los márgenes del trabajo se nos escamotea su verdadera razón de ser. El logro de la descripción de la actividad laboral deja atrás, como la pared de ladrillo en la nave abandonada, un trabajo inexplicable, sin contexto ni sentido.
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